Entre novedades editoriales, presentaciones de libros, charlas y actividades culturales transcurrió otra edición de la e-Feria del libro del Instituto de Geografía (IGg), organizada por el personal de la biblioteca “Antonio García Cubas” del IGg, un espacio abierto para la comunidad académica y estudiantil.
Al presidir el evento, Miroslava Barragán Robles, secretaria académica del IGg, destacó el trabajo de los organizadores por “fomentar un mayor acceso a las publicaciones en el campo de la geografía y otras disciplinas afines”, a través de este tipo de eventos que contribuyen al desarrollo, la actualización e intercambio de conocimientos, y el fortalecimiento de la comunidad académica del Instituto.
Foto: Jessica Guzmán
La biblioteca “Antonio García Cubas” del IGg cuenta con uno de los acervos más completos en el área de la geografía con más de 106 mil materiales bibliohemerográficos (libros y revistas). Este resguardo inició el 7 de octubre de 1939 cuando se inauguró la biblioteca del IGg a partir de donaciones de libros y revistas enfocados en la docencia, a través de los años se ha incrementado el acervo con la incorporación de mapas, atlas, fotografías aéreas, tesis, entre otros documentos.
A lo largo de estas ocho décadas, la preservación de estos materiales ha sido un desafío con la incorporación de nuevos sistemas de información. En el pasado quedaron las colecciones organizadas mediante un catálogo de fichas, “a partir del siglo XX se incorporó el sistema ALEPH para la recuperación de información y facilitar el acceso a las colecciones”, explicó Luis Raúl Iturbe Fuentes, coordinador de la biblioteca y mapoteca del IGg. Después se implementó el catálogo público de acceso en línea (OPAC, por sus siglas en inglés) que permite la consulta vía remota de los registros bibliográficos disponibles en las bibliotecas de la UNAM.
Entre los materiales bajo resguardo de la biblioteca del IGg se contabiliza un acervo aproximado de 66,500 fotografías aéreas de gran parte del territorio nacional. Luis Iturbe señaló que de este total, 35 mil fotografías aéreas fueron donadas en 1946 por el Banco de México; después CETENAL (la Comisión de Estudios del Territorio Nacional) –antecesor del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)– donó ocho mil fotografías; luego se incorporó una colección de 9,855 fotos de Mario Arturo Ortiz Pérez (MAOP), quien fue investigador del IGg en el Departamento de Geografía Física.
Para la catalogación del acervo MAOP se contó con el apoyo de la Dirección General de Bibliotecas (DGB) de la UNAM, un proyecto multidisciplinario que permitió la organización de las fotografías aéreas, la identificación de las áreas geográficas, luego un proceso para catalogar cada una de las imágenes, seguido de la sistematización y digitalización de las fotografías aéreas.
En el caso de los mapas, el IGg cuenta con la mapoteca “Alejandro de Humboldt” que reúne una colección de cartografía a diferentes escalas –de México e incluso de otros países– que se formó a partir de las donaciones del personal académico del Instituto y del Inegi. Iturbe Fuentes, explicó que a finales de los años noventa la DGB tuvo la iniciativa de hacer un catálogo para la consulta y recuperación de los registros bibliográficos de los materiales cartográficos, los cuales requieren una catalogación distinta a los libros, y en este esfuerzo el IGg fue pionero en el desarrollo de este catálogo.
Ejemplos de cartografía disponible en la mapoteca del IGg
Foto: Jessica Guzmán
Después la DGB puso en funcionamiento MAPAMEX, un catálogo en línea con información sobre materiales cartográficos impresos y digitales disponibles (mapas, planos, entre otros) de mapotecas de la UNAM, así como de otras instituciones de investigación y educación superior del país, entre ellas las mapotecas: Manuel Orozco y Berra, de la Ciudad de México y del Inegi.
Los datos cartográficos de la mapoteca del IGg se pueden consultar ya sea en línea o de manera directa. Estos mapas también son un recurso de apoyo para dar talleres de lectura, análisis e interpretación cartográfica a estudiantes de diferentes niveles, esta actividad está a cargo del geógrafo David Velázquez Mancilla, académico de la biblioteca del IGg.
El nacimiento del atlas geográfico
Con el pasar de los años la biblioteca del IGg ha incrementado sus fuentes documentales y “está dando un giro hacia la cultura visual, no sólo la cultura textual y oral, que son formatos tradicionales en los cuales las geógrafas y los geógrafos expresan sus resultados de investigación, sino que la cultura visual es un concepto que abarca acervos como las fotografías aéreas, imágenes satelitales, diapositivas de 35 milímetros, mapas antiguos y, frente a este universo de fuentes documentales, también están los atlas.”, expresó Héctor Mendoza Vargas, investigador en el Departamento de Geografía Social del IGg.
Durante su charla sobre los atlas geográficos, el académico resaltó que la biblioteca del IGg cuenta con 1,760 atlas y es, en su clase, “la colección más grande que tiene la UNAM”, entre los cuales se encuentran los atlas históricos que representan aproximadamente el 25% de este acervo.
Mendoza Vargas recordó que el surgimiento del atlas geográfico fue posible con el surgimiento del concepto geográfico del continente como un neologismo de la geografía; antes, refirió, en la Edad Media existía el concepto de islario, “un libro donde se presentaban todas las tierras emergidas como islas, del mundo, grandes o pequeñas, cuya representación carecía de coordenadas geográficas, un lenguaje abstracto y matemático del globo terráqueo propio del Renacimiento.
El académico explicó que existen dos momentos relevantes en la vida de los atlas, el primero se sitúa entre los siglos XVI al XVIII con un cambio en la visión del mundo y de la geografía de la época, que se da con el nacimiento de una “nueva tecnología para conocer el mundo, el atlas geográfico, que reemplaza a la imagen medieval del islario”. Y logra trasladar la redondez de la Tierra a la superficie plana de un mapa a través del uso de proyecciones cartográficas y coordenadas geográficas, ahí se incorpora la idea de continentalidad, así como la diferenciación entre islas y continentes en la superficie terrestre.
Con el tiempo se fue construyendo el perfil geográfico en los mapas a partir de los viajeros que continuaron explorando el territorio, entre ellos la marina inglesa que incluyó la adopción del meridiano de Greenwich para controlar los viajes a partir de las coordenadas geográficas medidas al este y al oeste, esta cartografía marítima fue empleada en los barcos del mundo de la época.
Un segundo momento ocurre a finales del siglo XIX y principios del XX con la realización del primer atlas nacional. El investigador comentó que el primer atlas de este tipo derivó de los trabajos de la sociedad geográfica de Finlandia, que en ese momento era presidida por un botánico con interés en llevar a los mapas la representación y distribución de los insectos en ese país europeo. Al darse cuenta que no existía tal cartografía decidió llevar a cabo este trabajo, lo cual fue una novedad.
Había un vacío en el área de las cartografías temáticas no sólo en lo concerniente a flora y fauna, sino en términos generales. Y es cuando la sociedad geográfica finlandesa decide diseñar los mapas temáticos con coberturas nacionales. Y en 1899 desde Helsinki publican el primer atlas nacional en el mundo, que reunía un compendio de mapas a escala nacional, luego este ejercicio cartográfico se replicó en otras naciones de Europa. Después en 1956 durante el congreso de la Unión Geográfica Internacional (UGI), realizado en Río de Janeiro, Brasil, se establecieron una serie de requerimientos para la realización de atlas nacionales.
Estos compendios de cartografías se han posicionado como “una contribución directa y utilitaria en la toma de decisiones” en el ámbito de la política nacional, como por ejemplo en la planeación local y nacional. Y a su vez, el atlas nacional “también incide en la idea de la identidad y en la cultura propia de un país”.
En la actualidad existen una diversidad de atlas temáticos que se engloban dentro de la vida nacional de cada país, “que va más allá de aspectos económicos, sociales, políticos, y entran a temáticas muy específicas, debido a que cada vez se tiene más información, se especializan más, pero mantienen la cobertura nacional”, refirió Héctor Mendoza.
En esta edición de la feria del libro también se presentaron algunas publicaciones editadas por el IGg, entre ellas: la colección de materiales del Seminario Universitario de Riesgos Socio Ambientales (SURSA) de la UNAM; la Guía del Geoparque Mundial Unesco Mixteca Alta; y la Guía gastronómica Mixteca Alta del Geoparque Mundial UNESCO. Una aventura turística y culinaria en tierra de diversidad y tradición de acceso abierto en el sitio web de publicaciones del IGg: http://www.publicaciones.igg.unam.mx/index.php/ig
Clausura de la feria del libro
Foto: Jessica Guzmán